Querido Jaime:
Hoy es un día especial. Posiblemente, uno de los más especiales de toda tú vida. Hoy vas a acercarte a Dios como nunca lo has hecho y por ello debes sentirte dichoso y orgulloso.
Todos los que te queremos estaremos a tu lado, acompañándote en este destacado momento. Incluso, quienes ya no se encuentran con nosotros estarán junto a Dios contemplando este acto, como el abuelo Pepe, feliz de compartir contigo este maravilloso acontecimiento. Por ello debemos estar felices y disfrutar al máximo de tan preciado privilegio.
Yo por mi parte, en este día, he querido regalarte algo especial, una de estas cosas que el dinero no puede comprar y que a través de esta carta, espero que puedas rescatar tantas veces como pudieras necesitar a lo largo de la vida.
Pues bien, tú te preguntaras... ¿ Cuál será tan extraño regalo?
Te regalo mis ojos, para que a través de ellos, puedas ver cuanto yo vi, y te ayuden a encontrar el camino fácilmente.
Te regalo mi voz, para que te hagas escuchar cuando el miedo debilite la tuya.
Te regalo mis pasos, para que puedas distinguir los que me hicieron tropezar de aquellos que me condujeron a un lugar adecuado.
Sobre todo, te regalo mis manos para que puedas agarrarlas, cuantas veces tropieces y tengas que levantarte.
Muchas gracias por haberme llenado la vida de momentos maravillosos desde que interrumpiste en ella. Ese es un regalo al que yo nunca alcanzaré a corresponder... Ya sabes lo especial que eres para mí y lo muchísimo que te quiero. Te deseo un feliz día y aún mucho más feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario